viernes, 8 de febrero de 2008

La historia de un fondo que se quedó vacío


El fondo norte del Bernabéu lleva casi una década sin respirar el aire de una hinchada que se dejaba la garganta en cada partido. Aquella que emigró desde el sur buscando un nuevo paraíso que conquistar para arropar con más cánticos y colorido a su equipo del alma. Ese grupo fraccionado que abandonó retóricas políticas teniendo como único estimulante una camiseta, la blanca impoluta. En su lugar, tomaron como símbolos las armas y cascos de aquellos guerreros de la Escandinavia que arrasaban Europa, curiosamente igual que su equipo. Aquellos cuernos que sobresalían la grada septentrional de Chamartín comenzaban a hacerse famosos, y a mediados de los noventa más de 600 socios formaban parte de aquel grupo de jóvenes hinchas.

Había nacido una nueva era en la ciudad del madridismo, la era vikinga. Los tifos comenzaron a surtir efecto en un fondo donde la civilización ultra no había llegado aún. El fortín blanco se iba cerrando en torno a dos frentes que hacían de los partidos un infierno para el equipo rival, sobretodo si ese rival procedía del kilómetro 600 con un búlgaro en sus filas, con nombre de Jesús y apellido impronunciable. Sólo el gallinero de los laterales hacía recordar que al Bernabeú también hay quién acude a la ópera y no a ver fútbol. No había asientos, ni falta que hacía. Cada gol era una avalancha hacia las vallas que les protegían. Pero como buenos vikingos no se conformaban con lo que tenían en casa, así que, al igual que sus homólogos del sur, emprendieron viajes por España y Europa para ver a su equipo.

En ese fondo vieron ganar ligas, y también la séptima. Pero en un momento inexperado, la temporada 98-99, llegó el exilio. Éstos no tuvieron que pasar por la batalla del puente Stamford; les echaron sin más, tragándose su orgullo -nunca mejor dicho. Actualmente ocupan un lugar en el olvido. Ni siquiera se les ve por la tele. Apenas son un centenar de socios tapados por las voces de los que un día fueron sus homólogos del sur. Hoy sólo son una peña más entre el público.

Algún día Orgullo Vikingo volverá al Fondo norte y los noventa minuti molto longo del Bernabeú serán más longos todavía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen artículo. El comienzo es bastante acertado, pero creo que de cara al final te equivocas.

Orgullo Vikingo hoy por hoy no tiene la difusión mediática que tenía en el Fondo Norte, pero de ahí a catalogarlo como "peña" me parece una falta de respeto por la gente que aún sigue en este grupo y lucha por él.

Si bien no salen en la TV cada vez que enfocan a la portería del Fondo Norte como sucedía antaño, sí lo hacen de cuando en cuando, en los inicios de los partidos, al desplegar su batería de estandartes y banderas (y ésto lo hacen siempre).

Si bien ya no son 600 personas cantando sí que son, a día de hoy, alrededor del medio centenar y se les puede escuchar en determinadas ocasiones hasta en la otra punta del Bernabéu.

Y por supuesto, siempre que pueden siguen viajando. Ahí estaban el pasado mes de enero en el Levante - RMCF, 45 miembros levantando a todos los madridistas presentes en aquel estadio.

Creo que el respeto que has mostrado hacia Orgullo Vikingo en casi todo tu comentario debería extenderse también al final del mismo.

Un saludo.