lunes, 19 de abril de 2010

Cuando te entierran vivo


Y el muerto tenía un hilo de vida. Parece mentira que una semana después del clásico que gastó las ganas de teclear en este blog el madridismo pudiera pensar que no todo el pescado estaba vendido. Pues va a ser que si este Madrid se mueve mediáticamente a través del oportunismo, esta liga no está siendo menos. Cada jornada un cuento de la lechera nuevo y un nuevo grito de resistencia. Dos encuentros después los jugadores del Madrid han matado a los pesimistas, o al menos, los han castigado en una esquina hasta la semana que viene. Ahora queda ganarlo todo y obligar al Barça a llegar a los 99 puntos. Otra permisa que nadie puede confirmar por mucho carné de profetiso que lleve. El Madrid puede hacer pleno hasta la jornada 38 como puede estrellarse en la siguiente. Idem de un Barsa que ya se veía campeón pero que gracias a su enemigo más antibarcelonista le ha hecho replantearse aquellos grotescos saltos en el centro del Bernabéu. Imposible volver ya al 10 de abril, por lo menos, que no quede la mancha de que este Madrid se rindió antes de tiempo. No con jugadores como Cristiano, la ambición con patas. Pensar que el Barcelona puede volver a tropezar es un sueño húmedo del que no hay que despertar hasta que las matemáticas digan lo contrario. Cosas más raras se han visto.

lunes, 5 de abril de 2010

Un año después, misma sensación

El Madrid espera al Barcelona con la incertidumbre en los talones, porque salvo que los videntes digan lo contrario, en el clásico del sábado, ahí va el topicazo, puede pasar cualquier cosa. Si el partido se traza con las líneas de la táctica, la armonía y el juego pausado de los azulgranas el Madrid no tiene nada que hacer. No porque a Guardiola le guste ponerse el traje de la exquisitez en los partidos importantes, sino más bien porque nadie espera que Pelegrinni se guarde una baraja de ases bajo la manga. No ha demostrado en toda la temporada que sepa usar bien el compás en los encuentros que demandan un plan táctico. Así que lo mejor será salir a lo loco y desencadenar una anarquía muy al estilo Madrid. Borrar del mapa el centro del campo culé y convertir el choque en una vorágine. Hacer caso a Tierno Galván cuando dijo aquello de "bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad". Esa libertad que necesita el Madrid para no caer en el jardín de ensueño de Guardiola. Conseguir que el otro muera fuera de su estilo antes de que consiga que tú mueras fuera del tuyo. Sólo de esta forma el Madrid tendrá alguna posibilidad de manosear la herida.

Los gélidos números dicen que Pellegrini es un hombre récord y el Madrid un abusón del gol. Todo eso se puede derretir en un sólo partido y que el fracaso vuelva a llamar a la puerta. 90 minutos que deciden una temporada y condenan o absuelven a un entrenador, a una plantilla, a un presidente y a un proyecto. Todo pasa por la injusta mano del resultadismo. Es un partido que hay que saber ganar y no jugar. Afirmar que el Madrid ha salido victorioso en todos sus partidos de mala manera y que el Barça lo ha hecho de maravilla distorsiona la realidad. Los blancos han sacado sobresaliente en varios encuentros y aprobados raspados en otros. Lo mismo que el Barcelona, que no se puede decir que sea el mismo del año pasado, aunque tampoco ande tan lejos. Su diferencia más palpable han sido los partidos importantes. El Barça los ha sabido jugar y el Madrid no. Sólo queda agarrarse a que no siempre gana el que mejor juega.