
La superproducción se puso en marcha. Con los mismos errores de siempre y con cada crack cantando una canción diferente. Hay tiempo para que se pongan de acuerdo en tocar la misma melodía, pero de momento el equipo funcionará a bandazos y a pegada. Eso sí, bendita pegada. Un poco de Benzemá, un poco de Cristiano, un poco de Kaká, un poco de Lass (bueno, de éste un mucho), un poco de Xabi, un poco de Raúl, si de Raúl también -a éste con un poco le da para autosalvarse varios partidos, ¡qué cosas!- y un poco de Robben. ¡Ay no!, que se lo hemos regalado al Bayern por 25 kilos. Era un cojo, de cristal y un chupón -Inda dixit-, y además le había traído Calderón. Así que carretera y manta. Otros preferiamos ver fuera a Van der Vaart, Drenthe y Gago. Sobre gustos no hay nada escrito, lo que pasa que hay gustos un poco raros, con un toque de sinsentido, que te ponen un poco de mal humor, que te hincha los coj... bueno pues eso. Menuda operación salida. ¡Que me lo quitan de las manos, oiga! Ponga usted el precio que yo acepto. Ahora la platilla perfecta es un poco menos perfecta. Sin revulsivos de quinta velocidad que te rompe los partidos. Sin Robben. Sin Ribery. El Bayern con los dos extremos más desequilibrantes del mundo, y gracias al Madrid. Si es que somos como una ONG. Por Munich nos odian un poquito menos y se ríen un poquito más. Que le vamos a hacer. Las superproducciones de Hollywood también cometen errores. Aunque éste ha sido más bien un error de bulto, una soberana cagada en el idioma de Cervantes. En alemán no sé como se dice.
Pellegrini ha comentado que no sabe cuantos goles se necesitan marcar para contentar a todos. No consiste es marcar muchos goles, consiste en que no te los marquen. No me gusta anotar tres y recibir dos, y creo que no soy un rarito por pensar así. Sufrir sin balón con este póker de estrellas no tiene perdón de Dios. El instinto asesino del ataque debe reflejarse en la defensa. Con Pepe en los talones. Sino, estamos apañados. En este equipo hay una mina de talento, que si fuese un pozo de petróleo Florentino sería el mayor jeque que la historia ha escrito. Explotarlo es otro cantar, en manos de Pellegrini, que aunque no tiene ni voz ni voto en los despachos, tiene toda una plantilla de genios del balón. La fórmula del éxito es la fórmula del tiempo y la paciencia. Roma no se hizo en dos días y el Madrid no es una excepción.