¡Yo lo que quiero es irme de fiesta!

Nadie puede dudar ya a estas alturas que Robson de Souza, más conocido como Robinho, no ha rendido al nivel que se le esperaba cuando llegó como estrella-promesa al conjunto blanco allá por agosto de 2005. Y eso que el chico apuntaba buenas, muy buenas maneras ya desde su primer partido en Cádiz, aquel que dio la vuelta al mundo y que al siguiente día saldría en portada de todos los medios. 15 minutos de gloria que le sirvieron para recibir el calificativo nada desdeñable de "el nuevo Pelé" u "O Príncipe".

Su primera temporada estuvo rodeada de altibajos, aún así, de todas las que lleva en España fue la que mejor impresión nos dejó. Anotó 12 goles, 8 en liga y 4 en copa, y su participación al juego llegó a ser fundamental en otro año difícil para el Madrid. La segunda, un continuo toma y daca con Capello quien apenas confió en él durante la primera vuelta de la temporada y fue ganándose minutos y un puesto fijo al final de ésta, coincidiendo con el buen hacer y remontadas del equipo. Sin embargo, seguía lejos del nivel de crack que se le esperaba, y sobre todo de su capacidad de encarar. Capacidad goleadora y de desborde que curiosamente casi siempre ha demostrado con su selección. (Copa América, sin ir más lejos)

Pero, ¿qúe le pasa con el Madrid? Esta temporada ni tan siquiera se ha estrenado como goleador y ha deambulado como un alma en pena en los partidos que ha jugado.

La explicación es complicada. Robinho ha jugado ya en todos los puestos; de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de media punta, hasta de punta entera. Se hablaba mucho de que no le ponían en su puesto, pero no creo que ese sea el problema. Falla su carácter, su inteligencia, y ante todo sus ganas de triunfar y comerse el mundo como a hecho Messi en el Barsa (en el mismo tiempo que lleva él, por poner un ejemplo). Robinho tiene calidad de sobra, pero no tiene lo que otros compañeros de su edad e incluso más pequeños -caso de Ramos- les sobra a puñados. Si con 23, 24 años y calidad "brasileira" en tus botas no demuestras lo que vales, entonces es que no vales. Entonces es que eres tonto -sin acritud- por no querer triunfar. Otra cosa no se explica.

Y ahora para más inri le pillan en una fiesta.¡Que el espíritu fiestero de Ronaldo no se apodere de tí!
Al menos pidió condones...