Que nadie se confunda, no estamos en Escocia. Seguimos en esa que decían era la mejor liga del mundo, pero donde solamente dos equipos se reparten el oro. Un campeonato competitivo en el que el primer clasificado le saca ¡15 puntos! al tercero a diez jornadas del final. Una liga en la que el segundo es capaz de atiborrarse de doce victorias en trece partidos y aún así no alcanzar al primero. Un país sin representación en UEFA, con sólo dos españoles en Champions y con el club más rico del mundo eliminado por quinta vez consecutiva a las primeras de cambio. Esto es la liga española, donde a cualquiera se le llama equipo revelación, aunque encaje seis goles sin un ápice de disimulo.
Los aficionados del Málaga aun están esperando a que su equipo salte al pasto del Camp Nou a jugar un partido de fútbol. El Barça hoy se ha vuelto a encontrar sólo porque los equipos que se enfrentan a él se olvidan de jugar al fútbol. Secuestran a sus rivales porque éstos ponen la misma resistencia que un jeque árabe a que le roben 5 euros. Es desagradable, lamentable y cobarde la profesionalidad de los equipos que se enfrentan al Barcelona. El bache culé fue suficiente para ver que el Barça es un equipo vencible, con patas cojas y al que también le afectan los golpes morales. Cuando se le presiona como Dios manda tienen dificultades para hacer su juego. Lo descubrió el Betis, lo aprovechó el Español, lo bordó el Atleti, lo amagó el Lyon y casi lo finiquita el Mallorca. Ésto, el no matarles a tiempo, fue lo que les hizo resurgir. Y cuando se perdona ya se sabe lo que pasa. Ahora vuelven a estar cómodos, a sabiendas que la liga está llena de Málagas que no se van a atrever a toserles y de periodistas lameculos que alimentan esta trampa-falacia. La de creer que el Barcelona es invencible y que los ángeles mojan sus calzones cuando les ven jugar. El oportunismo del fútbol tiene estas cosas: hoy te quiero porque eres el mejor, mañana te odio porque ya no me vales y pasado me vuelvo a enamorar. Algunos no aprenden ni a base de bofetones. Los equipos similares al Málaga (el 80% de la liga) desconocen que sin huevos no hay tortilla, aunque el que tengas enfrente esté a años luz de ti. Un mínimo de entrega y dignidad no hace daño a nadie.
El Madrid, que sí parece conocer lo que es la dignidad, aguanta el tirón como puede. Más que su juego, su pulmón son los números, los únicos que no mienten. Quizá ya no le hace falta -visto lo que hay- practicar un buen fútbol, o quizá no sepan hacerlo. Pero a falta de diez jornadas lo único a lo que queda agarrarse es a la fría estadística y esperar que algún valiente le plante cara al Barcelona. Mientras tanto, los goles de Huntelaar, las cabalgadas de Robben, el espectáculo de Lass, las paradas de Casillas, el descubrimiento de un nuevo Marcelo y la esperanza de una imposible remontada será lo único que nos mantenga despiertos. Cofradía del clavo ardiendo y a tirar; para los agnósticos, no hay otra receta.