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Es uno de los tuercebotas más caros de la historia del Madrid. Su aspecto físico en sus primeras apariciones le definían como un cóctel entre Edgar Davis y Roberto Carlos. Del primero heredaría su similar fisionomía, del segundo su potencia y velocidad. De esa mezcla saldría Royston Drenthe, de esa mezcla saldría un jugador nacido para ser estrella pero que por un error congénito y otro de apreciación -de esos que apenas se notan, claro- no pasaría de mediocridad en un 2ª-B. Aseguraban que era un crack, una máquina incombustible, un portento de clase, la nueva estrella que necesitaba el Madrid para su banda zurda. De esa ilusión no quedó ni la mitad. De crack pasó a catacrack, de máquina incombustible lo tiene todo menos los frenos y de portento de clase tiene lo primero, de lo segundo, o sea, la clase, no le sobra nada porque directamente no tiene. Su juego no está hecho para jugar en banda izquierda, ni en derecha... ni al fútbol. Drenthe es un jugador de rugby, llega a la línea de fondo y al suelo. Sus centros dicen que se parecen a los de Geremy, pero yo discrepo. El camerunés no llegaba al primer palo, Drenthe llega hasta el córner de la otra banda. Asombroso.
Pero es lo que hay. El Madrid es así no porque tenga que serlo sino porque lo han fabricado así. Una barahúnda que esta temporada cojea por cada rincón del campo. Antes con Rud, el Pipita y Raúl (en sus días serviciales) teníamos una de las mejores delanteras pero con una defensa que naufragaba. Ahora que la zaga, con Ramos y Pepe de centrales, parece que ligeramente funciona no chupamos tantos goles en contra pero cuesta un huevo y parte del otro elaborarlos. El mundo al revés. La oscilación de una balanza que parece que nunca va estar equilibrada. En los últimos choques al Madrid no le pegan tanto pero ha perdido la pegada. ¿Que será lo próximo? Por cierto, Drenthe es muy malo.
Si sacásemos la segadora a pasear cortando sólo la cabeza de Schuster no creo que sirviera para mucho. Igual que dar calabazas a los pesos pesados y a los paquetes latosos del vestuario (osea, más de media plantilla). Porque a día de hoy, esto no lo levanta nadie. Y nadie, es nadie. A día de mañana, si la calma se impone a la tempestad como en la temporada de Capello cualquier cosa puede ocurrir, hasta ganar la liga. Pero ni los milagros ocurren dos veces ni el Madrid se merece que le vuelva a ocurrir. ¿Soluciones? Para mí no hay. La única es una revolución total, hacer tabla rasa, cosa que no va a ocurrir y que nunca ha ocurrido en este club.
Ayer, antes del partido estuve haciendo un poco de nostalgia por Youtube ojeando un Real Madrid 4 Oviedo 0 de la temporada 2000-2001 recordandome que hubo un tiempo en que el Madrid jugaba al fútbol como los ángeles. Ahora ni siquiera juegan como los demonios, directamente no juegan. La anarquía es cada vez mayor en un club en el que todos hacen autocrítica, pero nadie da soluciones. Aquí cada uno quiere poner su granito de arena para destruir al club. Todos desean pasar a la historia como actores principales del hundimiento de una institución que lleva demasiados años caminando a bandazos, se ganen títulos o no. Schuster porque no quiere y pasa del tema, los jugadores ídem y, Mijatovic y Calderón porque son unos ineptos (y unos hijos de puta, si se me permite la expresión). Me da pena ver como el héroe de la séptima se ha convertido en un verdugo odiado por los que durante tantos años le quisimos.Cada vez más, pienso que las dos últimas ligas ganadas no han servido para nada. Triste.
Habeis deshonrado la camiseta blanca. No mereceis ni un castigo, mereceis un despido masivo. Sinvergüenzas.
Si no empiezan a rodar cabezas y el socio del Madrid no responde CONTUNDENTEMENTE Y MASIVAMENTE empezaré a pensar que el socio madridista es retrasado.
Se me llena la boca de mierda para definir el esperpento que supone este vomitivo, nauseabundo y cochambroso Real Madrid. El corazón se me empacha de odio y la cabeza es imposible mantenerla fría. Ni un servidor ni ningún madridista limpio puede resistir más ver arrastrarse a esta boñiga de plantilla. La desolación de un equipo que se hunde por una planificación aberrante provocada desde arriba y puesta en práctica desde abajo. Con una idea de fútbol perdida en el horizonte de la nada y unos jugadores de calidad tétrica. Eso es el Madrid, la nada con más aficionados del mundo. Y se acabó.
El renegado Drenthe, imagen de la impotencia global, representa el espíritu muerto de un conjunto de cadáveres que no es un equipo en el campo ni tampoco fuera de él. Hay desunión en una plantilla melancólica pero unión en cuanto a despropósitos se refiere. Se vuelve a partir Robben por enésima vez, Casillas canta y ya no salva, Van Nistelrooy y Raúl son dos monigotes que no hacen temer a ninguna defensa por su velocidad (la Juve lo sabía y puso su zaga más adelante); en la derecha no vive nadie, a parte de un Ramos que es carne de banquillo; y la defensa un juguete roto, una lata abierta que no hay manera de cerrar. Al margen está Guti, un quiste envenenado que intoxica a sus compañeros. Sus pases telegrafiados al vacío son desesperantes, su actitud de niña malcríada es irritante y cuando comete errores como en el gol de hoy es para degollarlo.
A día de hoy ni Marcelo ni Guti, ni Diarra, ni Raúl, ni Drenthe, ni Cannavaro están para jugar en el Real Madrid. Casillas y Ramos viven en una caraja sospechosa, mientras el abúlico de Schuster no sabe si entrena al Madrid, al Getafe, al Xerez o al Alcoyano. Las cabezas culpables deben caer ya y Calderón es el primero. Culpable máximo de tener una plantilla tercermundista guardándose el dinero para el próximo curso, año electoral. DIMISIÓN YA