domingo, 31 de enero de 2010

Cuando la falta de ganas mata al talento

Su cabeza es un laberinto indescifrable, potencial asignatura de las facultades de psicología, rubio incomprendido, talento incalculable, madridista perenne, la zurda que pudo gobernar una era y nunca quiso; ha tenido barra libre para ser el mejor pero siempre ha preferido pagarse la copa. Sólo él se entiende a sí mismo si es que alguna vez ha sabido como se descifra su cabeza. Sólo a él se le ocurre taconear delante de un portero, sólo a él se le ocurre aparecer y desaparecer como el Guadiana. Incomprendido. Cuando a él le da la gana. Con 33 años no hay condensador de fluzo para retroceder en el tiempo ni Sigmund Freud que le cambie. Guti siempre ha vivido en el alambre. El fútbol para él es una especie de castigo en el que no existe el esfuerzo ni la regularidad, sólo el arte de hacer lo que no hacen otros. Cuando se le espera no está, cuando no se le espera aparece. Todos sabemos que ésto va a durar poco, pero hay que disfrutarlo mientras se pueda. Mágico González, Curro Romero y Guti. Cuanto la falta de ganas mata al talento.

El Madrid tenía un centro del campo que desconocía. De una alineación improvisada salió un once perfecto. Más de seis meses para darse cuenta de que la solución estaba en casa. Xabi, Granero, Guti y Kaká. Con Cristiano arriba este proyecto no tendría que fallar. Mensaje al optimismo. Pero los 5 puntos con el Barça son una autopista llena de accidentes arbitrales. Doble labor para el Madrid, el adversario y el dichoso Villarato. Gol ilegal (por fuera de juego y por falta mal sacada), patadón de Messi sin castigo ejemplar, posible penalti de Márquez en el mismo campo en el que a Raúl le anularon un gol legal. Sin novedad. En una liga tan ajustada estas decisiones condicionan un campeonato. La liga de hace tres años con Capello es un ejemplo.

lunes, 25 de enero de 2010

Cristianadas fortuitas





Sólo le faltaba a Cristiano que la sangre llegara al río para que toda la covacha mediática se le tirase otra vez encima. En un lance fortuito el portugués soltó un manotazo para zafarse de una mosca cojonera que lo que menos le interesaba en esos momentos era jugar al fútbol. La mala suerte de que el impacto aterrizara en las fosas nasales de Mtilinga hizo el resto. El peso de la ley, justa o injusta, cayó sobre él. Parlotean algunos que fue una agresión, la Santa Inquisición que persigue a Ronaldo en esta liga dice que merece 4 partidos, otros 10 y un tercero que ser guapo y prepotente también es agravante de sanción. Como en este país las acciones del portugués son juzgadas hasta por la Orden Monista del Perfecto Reflejo dejemos la decisión en manos de un juzgado popular y que el pueblo hable.

Mientras tanto, habrá que apelar al "y tú más" de la prensa antimadridista para hacerles ver la viga en su ojo. Messi ha tenido jugadas calcadas (plural) a la de Cristiano. La diferencia es que el pitufo argentino reprochado en su país tendría que ponerse plataformas de Drag Queen para alcanzar alguna nariz. Y si no pedirle a Ibraimovich que hiciera por él el trabajo, puesto que el gitano sueco (sí, Ibra es gitano de verdad, CR9 no) es también un experto en sacar el codo a paseo. Según las teorías de esos alterados que acuden al campo a bramar contra un jugador que es la primera vez que ven en su mustia vida pero dejan la sensación de haber tenido cuentas pendientes personales con él en la reencarnación, lo de Messi también debería ser intento de agresión. Pero el hecho de pertenecer al "equipo que ama al fútbol" les hace tomar una lectura distinta. Quién quiera entender que entienda.

Cristiano debería de controlar sus impulsos desde ya y olvidarse de responder a esos jugadores de salsa picante que le van a buscar el hormigueo del sobaco. Pitar contra Ronaldo es fácil, atizar al Real Madrid gratis. Ni el mejor jugador del planeta ni la Cofradía del Rescate van a evitar el linchamiento. Roja, un partido y se acabó. Unos centímetros más arriba o abajo hoy no se estaría hablando de esto.

P.D: No, no me he equivocado con las fotos

domingo, 3 de enero de 2010