lunes, 19 de enero de 2009

La desmemoria histórica de quien es ciego


Corría la jornada 38 del Campeonato Nacional de Liga. El termómetro del Heliodoro Rodríguez López de Tenerife marcaba 31 grados. El sol abrasaba a los 20.000 blanquiazules que acomodados en sus asientos esperaban repetir la gesta del año anterior, ganar al Madrid y dejarle sin liga. Era 20 de junio, hace casi 16 años. En esa tarde soleada un hombre se hizo protagonista, Gracia Redondo, del colegio aragonés. Su actuación condenó al equipo de Benito Floro a revivir la pesadilla que 365 días antes se había hecho realidad. La historia se volvió a repetir con crudeza arbitral. El colegiado dio carta blanca a Dertycia al no expulsarle por su dureza y no quiso señalar tres claros penaltis a favor de los blancos. Dos fueron a Zamorano, y el otro fue una zamorana de Mata dentro del área a cabezazo de Fernando Hierro. Era el segundo Heliodorazo, el Madrid perdía la liga y a Gracia Redondo le hacían internacional.

Primavera de 2006, Camp Nou. Un nuevo clásico del fútbol citaba a los dos históricos del balompié español. Un descafeinado Barça-Madrid que acabó con empate a uno en el resultado, pero que en el terreno arbitral desquició al aficionado madridista en general y a Roberto Carlos en particular. "Tú y tu asistente no os entendeis una mierda", se podía leer en los labios del brasileño mientras gesticulaba con la sangre caliente delante de las narices de Medina Cantalejo. "Eres un mierda", apuntaba el árbitro en su acta. El 3 del Madrid recibía su segunda amarilla de la noche por protestar una falta. Cinco minutos antes, había recibido la primera por un penalti inexistente sobre Van Bommel que se había tirado a la piscina en un formidable salto de trampolín. En la segunda parte, Medina, no conforme con la que había liado, convirtió en amarilla a Ronaldo el penalti que Oleguer le hace a éste. El Barcelona no supo ganar con doce. El colegiado de ese encuentro, fue designado días después para arbitrar la final de copa como premio a su buena actuación en el derbi. No les importaba mucho que se les notara, es más parecía que quisieran que se les notara.


Un año después se repite la situación. Era la penúltima jornada de liga y Madrid y Barça estaban empatados a puntos. En el Camp Nou Tamudo amargó la fiesta a los culés y ponía en bandeja al Real Madrid su trigésimo título de liga. Antes, Messi había encestado un gol con la mano en la portería españolista. Rodríguez Santiago, el mismo que casi provoca que el Madrid indultara un partido la temporada anterior por un error garrafal, concedió el gol de Messi que si no hubiera sido por los empates a dos simultáneos que Van Nistelrroy y Tamudo lograron en el mismo minuto, el Madrid hubiera perdido la liga. El colegiado, como sus antecesores, también fue premiado con la final de copa.


Temporada 2003-2004, 9 de la noche. El Bernabeú con su equipo líder por aquel entonces se preparaba para recibir al segundo clasificado y a la postre campeón, el Valencia. Los che, que se habían adelantado con un cabezazo de Ayala, vieron como se les escapaba el partido en el último minuto debido a un agarrón de Marchena sobre Raúl. Tristante Oliva no lo dudó y señaló la pena máxima. A partir de ese momento su vida cambiaría para siempre. No fue un penalty más, ni siquiera fue un fallo garrafal. En la repetición se aprecia el contacto del defensa valencianista con Raúl. Para los ches ese contacto no era suficiente. El penalti alcanzó la categoría de debate nacional y los medios deportivos no hablaban de otra cosa. Desde Valencia se lanzó una campaña de acoso y derribo contra Tristante Oliva y contra el Real Madrid, incluso se llegó al extremo de interponer una demanda judicial al árbitro, por una jugada que tras decenas de repeticiones no ponía de acuerdo a nadie. “Me da vergüenza ajena que el Madrid se queje de los árbitros”, decían desde Valencia hace unos días. Ellos no se quejaban. Sanchez Arminio y su cuadrilla dejaron tirado al colegiado que se acabó retirando a final de temporada debido al linchamiento sometido.


Ahora Pérez Burrul ha sido mandado a la nevera y no arbitrará el Barça-Español como castigo a su pésima actuación. Bien hecho, pero, curiosamente el colegiado cántabro no tendrá como premio pitar una final esta temporada, ni tampoco partidos internacionales. Curiosamente, Gonzalez Vázquez, el árbitro del Madrid-Sevilla, no fue castigado, ni denunciado, ni multado. Tampoco lo fue Clos Gómez (Atlético-Real Madrid), ni el que se tragó tres penaltis contra el Español. Y para que hablar del que no señaló el patadón de Cáceres (Barça) a Sergio García (Betis), o el que la montó en el derbi catalán con un penalti inexistente a Eto´o en el ¡95! ...Y muchas cosas menudas más. A los anteriormente mencionados no les ha pasado nada por sus errores cometidos, ¿por qué sólo les ocurre a los que pitan a favor del Madrid? ¿por qué vende tanto el madridismo como el antimadridismo? ¿por qué hay tanto fanático con pluma?, y sobre todo, ¿por qué hay tanta desmemoria histórica?